lunes, 9 de mayo de 2016

Novus Hommo

Se levantó.

Se levantó y vio el mundo que giraba a su alrededor.

El viento soplaba afuera como un niño al querer apagar las velas de la tarta, por tal de que su deseo tenga aún más fuerza. La luz de su cuarto tintineaba como resultado de las malas conexiones eléctricas de la zona de su habitáculo, además de estas mantas tan peludas, de las que se desprendía una vez dormido del calor que le ocasionaban.
El Sol, realmente, no sabía si brillaba, pero conocía que ahí estaba, puesto que las estrellas nunca mueren, porque dejan un letargo, una historia que los mueve.

Se alzó sobre sí mismo, puso el pie derecho (y no el izquierdo) por delante, y se sostuvo como pudo, a la vez que daba el primer bostezo de la mañana, y se estiraba sin saber con qué intención. Quizás era para calentar, y poder aguantar con más resistencia el día que acababa de empezar.
Solamente cuando salía de su habitación, se daba cuenta de que vivía completamente solo. Algunas veces pensaba en lo bonito que sería tener una familia, o, incluso, un animal de compañía. La soledad es como la felicidad, no eres consciente de ella hasta que no te paras a pensarla.

Salió, como de costumbre, de camino a la calle. 
Si, han oído bien: a la calle, a ninguna parte en concreto, a ver qué le esperaba hoy en su tan esplendorosa vida. Y es que nuestro amigo no trabajaba, no llegaba a formar parte de aquella llamada "población activa", que se desactiva cuando comienzan a laborar. Él, vivía de la caridad de las personas que se atrevían a dar una recompensa a un desconocido, a valorar una profesión que no tenía futuro ni legalidad.
Puede que no poseyera ningún empleo, pero esta persona era muy importante para su entorno. No siempre hace falta trabajar para una de esas gigantes multinacionales para sentirte realizado. No todos tenemos los mismos gustos.

Esta vez, se dirigía hacia el centro de la ciudad. Tenía una idea en la cabeza, de esas que suenan a locura, a utopía, que recuerdan a cosas imposibles, pero que la quería probar. Quería dar un mordisco a esa tentación en la que llevaba meditando varias semanas.  Estaba seguro de que ya era el momento de dar el paso.
Nuestro amigo quería hacer lo que le gusta, cumplir sus objetivos, y no ser uno más que aceptó dinero por rechazar sus sueños.

Se puso manos a la obra. Observar. Observar más. Mirar. Estar atento hasta del más mínimo detalle. Desarrollar tal sentido que ninguna bestia con una mutación pueda ser capaz de superarlo. Tener la mente y la mirada más pendiente que nadie se le atreva a decir que no vio la típica escena graciosa de la semana de la que siempre se habla entre personas de la misma clase social.

Él pensaba. Su creatividad  y su imaginación eran como dos poleas o dos tuercas que se disponían a circular sobre sí mismas y a funcionar como si formaran parte de una maquinaria que preparaba las materias primas, para luego mandarlas al proceso de fabricación.

Como un salvaje, escogió a su primera víctima: un hombre bastante mayor, sentado en el banco más viejo de la plaza, y que estaba dando de comer a unos bichos aéreos que otros prefieren conocerlos como  "palomas". Vestía una camisa un tanto arrugada, y unos pantalones que se encontraban manchados por las migas de pan, aunque él disfrutaba como un auténtico chaval alimentando a unos seres que no tenía el placer de, ni siquiera, haber oído sus nombres.
Unos, dirán que no puedes pasarlo bien con aquellos con los que aún no has empezado a hablar. Yo diría que aquel hombre jubilado parecía estar enamorado de esos bichos aéreos.

Nuestro querido camarada, siempre adoraba escoger personas dañadas por la sociedad. Porque, ¿qué ser humano no ha sufrido el desamparo y el abandono de otro?

Ya tuvo aquella experiencia del niño pequeño que no paraba de llorar, del adolescente que no cesaba de quejarse, o de aquel padre de familia, obsesionado con el peculio. 
Todos siempre querían algo a cambio. Vivían por y para ellos. Formaban parte de aquella gran especie desarrollada que era incapaz de mirar por el prójimo.

Tuvo ganas de matarlos a todos, de cometer en la plaza del ayuntamiento una matanza masiva que sería recordada durante siglos, como ese holocausto que sufrieron los cristianos a manos de los yahis, por medio de cámaras de gas y de campos de concentración, en los que era normal ver muertos por cada metro cuadrado que pisabas.
Pero, al mismo tiempo, nuestro compañero, de igual modo que los odiaba hasta llegar al punto de dejarlos sin ninguna gota de sangre, los amaba más que al Padre de los Dioses y a sus obras de arte, creadas y creándolas desde antes del año cero de nuestra era.
Y, como los amaba, no podía rechazar coger esos bloques de mármol, tan vírgenes y puros, y hacer de ellos grandes figuras que quedan grabadas en la memoria del asombro del novus hommo.
Parece que fue ayer cuando decidimos avanzar como especie.

Este hombre tan atrevido, se acercó a su objetivo, mientras iba recordando la planificación y los pasos que debía de seguir para que todo saliera a la perfección y jamás lo relacionaran con el caso.

-Bonito día, ¿no?-. Dijo nuestro compañero, al son que sonrió y decidió saludar al alimentador de los bichos aéreos. Como muestra de cortesía, el jubilado decidió llevarse la mano a la frente, para luego despojarse del sombrero tan abultado que poseía y que ocultaba parte de su rostro.

-Pues, si, aunque los he visto mejores-, respondió el hombre mayor, con un tono un tanto arrogante.

El camarada se quedó mirando al suelo, mientras se le vino a la cabeza una pregunta clave:
-Exactamente, ¿qué cree que hace que usted y yo tengamos la palabra "mejor" como un concepto que se asemeja al mayor rendimiento de la temperatura y del calor que desprende nuestra estrella?-.

-No lo sé, supongo porque a los novus hommo nos gusta que haya calor como para hacer la cena en medio del asfalto, o porque, quizás, ya nos hemos acostumbrado a ella, después de lo que pasó...-

El querido amigo nuestro no tenía más ganas de andarse con rodeos, y prefirió ir directamente al grano, para cometer el dichoso crimen.

-Mire, yo no sé qué le pasó a nuestro planeta, no sé mucho más de lo que me intento informar cada día y cada noche. Se que no me queda otra que hacerlo, porque puede que lo que hoy sea cárcel, mañana sea pena de muerte-.

Aquel jubilado, se quedó frío, y comenzó a temblar. Pensó que su juicio final se acercaba, y no paraba de sudar, sin poder llegar a pensar absolutamente en nada, a parte de en la acción de correr como instinto último de supervivencia.

-Estoy totalmente en contra de este partido, y de este gobierno. Nos tienen amordazados, sin ninguna libertad, atados, enfrentados, individualizados, enemistados, separados...
¿Cree usted que un "novus hommo" puede vivir sin poder decir lo que piensa? ¿Sin poder argumentar lo que le pasa en movimiento por su cabeza y por su mentalidad? ¿Sin poder expresarse? ¿Sin manifestarse? ¿Dejando a nuestra merced ser uno más de entre la muchedumbre andante que prefiere mirar esas pantallas sin pararse a pensar por qué pueden transmitir esas imágenes?
¿Se da cuenta de lo que están haciendo con nosotros? ¿Quién sigue teniendo un sueño que lo lleva a levantarse cada mañana y a acostarse cada medianoche? Creo que rechazamos ya tantos sueños, que, al final, caímos en coma-.

Fue volver a mirar a aquel hombre mayor, después de dejar de tener la vista perdida por la concentración que requerían aquellas palabras, y ver cómo ya habían llegado unos agentes de la felicidad, y se disponían a meterlo en aquel furgón, tan inmenso para un solo individuo, pero tan diminuto para el acto que había cometido.

Ojalá lo que hizo nuestro hombre estuviera permitido, pero ya dije antes que no era un trabajo su profesión. Más bien, tenía una pena que hasta se desconocía, de lo prohibida que estaba. Había desafiado la felicidad de la gente, y lo tenía que pagar muy caro.

Llevaba tanto tiempo en esto, que no podía imaginar que hubieran tardado tanto en capturarle. Quizás, fueron esos gritos silenciosos de pensamientos, pillados por los radares detectores de inteligencia, por lo que se dieron cuenta de su inercia.

Aún no sé qué le pasó a nuestro compañero, aunque intuyo que no nada bueno. Tampoco quiero contaros mucho, no vaya a ser que yo también corra el riesgo de una persecución de los agentes de la felicidad.

"Agentes de la felicidad", qué curioso, ¿no? Velan por la satisfacción de nuestra especie, cuando, al levantar un poco los ojos sobre las caras de la gente, nadie parece satisfecho.


Esto fue la crónica de una persona, que tenía nombre. Tenía, pero la borraron del mapa, del pasado y de la historia. Nunca existió, ni siquiera para él mismo, como el bienestar en los estados en los que no te puedes expresar.


lunes, 2 de mayo de 2016

Funcionarios, el problema de España.

¿Alguien alguna vez se han preguntado qué falla en este país?
¿Por qué somos tan improductivos? ¿Por qué tenemos fama de ser vagos?
¿Por qué se nos considera una patraña dentro  del  propio  sistema?
El por qué absoluto jamás lo podremos encontrar, ya que la verdad, de lo perfecta que es, es infinita.
Un por qué, que me llevó algún rato que otro pensando en mi habitación, podría ser la forma de cobro de los trabajadores españoles.
Y, vayamos al grano, más concreto, me dirijo hacia los obreros públicos.

Estos sin duda, tienen fama de no hacer absolutamente nada, de tener unas ciertas vacaciones al año, y un sueldo, más bien asequible.
Más que alguna vez habremos escuchado comentarios como: "El problema de España son los funcionarios" o "trabajas menos que un funcionario".
Sin embargo, las profesiones de las que se hacen cargo este conjunto de población activa son más que importantes para el funcionamiento de una sociedad, sobre todo, en el apartado de sanidad, educación y seguridad.

Firmemente, creo que deberíamos preguntarnos la cuestión de que, si es un trabajo importante y primordial, ¿por qué no es productivo?

¿Alguien se ha parado a pensar de qué forma cobran los funcionarios del Estado?
No me refiero si lo hacen en negro, por transferencia o declarándolo en Hacienda (cosa que es bastante principal, pero que no viene al caso).
Tampoco intento referirme a  que si cobran por horas, por días o por meses.

¿Sabéis lo que de verdad me interesa? Me llama la atención que todos, o que la mayoría de ellos, remuneren su sueldo sin ser a comisión, estando fijo y sin apenas moverse.

Lo primero de todo es: ¿qué significa que un trabajador tenga un sueldo fijo?
Según varios estudios, el sueldo fijo acaba, al contrario que un salario variable, disminuyendo la motivación del trabajador, haciendo que su productividad caiga en picado al ver que terminará obteniendo lo mismo, dando absolutamente igual la forma en la que trabaje y utilice sus herramientas para dar lo mejor de sí mismo.

Es lógica, ¿no? Si tienes una empresa, en la que dos trabajadores tienen la función de realizar informes, su productividad estará relacionada con la rapidez con la que rellenen esos papeles.
Pero, ¿qué pasa cuando solo se paga el trabajo efectuado y no la productividad del mismo?
Supongamos que estos dos compañeros (1 y 2), cobran a sueldo fijo. Además, uno de ellos (el 1)  es muy trabajador, y siempre da lo mejor de sí, Mientras, el otro (el 2) se limita a efectuar la tarea mínima.
¿Veis normal que esas dos personas vayan a obtener exactamente la misma recompensa?

Lo peor no es el acto de justicia no realizado, lo peor podrían ser las consecuencias de dicha situación. Si el trabajador 1 ve que, por mucho que se esfuerce, jamás se lo compensará la empresa, llegará el momento en el que esta persona deje de ser tan productiva como lo era al inicio de comenzar su etapa en el negocio.
El trabajador 1 se vería sin motivación, sin esperanzas de futuro, y, por lo tanto, acabaría imitando la conducta de nuestro compañero, el trabajador 2.

El resultado del trabajo a sueldo fijo (en este caso): una empresa con menos beneficios, y unos trabajadores sin ganas de seguir ascendiendo en su escala social por medio del trabajo.

Ahora es cuando pregunto, ¿y si es esto lo que les ha pasado a los trabajadores públicos españoles?
Tan sencillo es como pagar más al que más obra, que menos al que menos trabaja.

Sin embargo, sabiendo que esto extermina las ganas de trabajar y la competencia, no lo tenemos en vigor. ¿Una razón? Pues no lo sé, desconozco la causa de que estas personas con profesiones pertenecientes al sector público cobren exactamente lo mismo, dejando a un lado la importancia de si labora con más o menos ganas.

Soy de esas personas que piensan que el esfuerzo ha de premiarse, por ética, por justicia, por moral y por psicología. Es una forma de "premiar" a las personas y de poder organizar de forma jerárquica a los trabajadores de una localización exacta.

Eso sí, tampoco convirtamos esto en una empresa de aseguradoras,  donde más de una vez he oído que ponen metas carentes de realismo que se han de cumplir para poder seguir perteneciendo a la compañía. Una cosa es exigir un esfuerzo, y otra formar un abuso totalmente descabellado.
No confundamos premiar con hacer de un trabajo un infierno.

Por último, me gustaría recalcar un factor clave a la hora de imponer un sueldo variable o a comisión: esa es la razón o el motivo que llevaría a medir la productividad en un sentido positivo tanto como negativo.

En el ejemplo de los trabajadores que rellenan informes, es fácil saber cómo se podría decir que uno trabaja mejor que otro. Pero, ¿como diríais que un profesor es mejor que otro? O, ¿cómo un médico es más profesional que los demás?

Es una tarea difícil saber si un maestro te enseña más que otro, o si un médico ha satisfecho tu duda acerca de la salud, sobre todo, cuando no eres ni un alumno ni un paciente.
Esa hipótesis me lleva a pensar que se podrían realizar diversas encuestas, donde se exponga la opinión propia y el pensamiento de las personas que han contratado el servicio de ese trabajador (por ejemplo, un alumno).
Eso sí, si ponemos estas encuestas de forma anónima, los clientes (y sobre todo los estudiantes) acabarán por no tomarse en serio una acción de la que depende el sueldo del obrero que les ofrece los servicios.

Además, el gran fallo de esta teoría última, sería el gran coste que las encuestas supondrían para el Estado (recordemos que estamos hablando de oficios públicos), ya que, tendría que contratarse a ciertas personas para que laborasen intensamente en el cumplimiento y la puesta en marcha de las dichas muestras.

Son teorías muy hipotéticas a las que hay que seguir dándole vueltas y pensar en ellas como si no hubiera mañana. Al menos, seamos positivos, puede que haya estrechado el círculo del gran problema de España, que no son los funcionarios, sino su productividad.

Por lo menos, conformémonos con que hemos encontrado un problema que podemos solucionar.