Te despiertas como cualquier día por
la mañana de la cama y notas algo distinto en el ambiente. Un olor
claramente distinto al somnoliento y que va creciendo a cada
instante. Las sábanas y mantas te atan cual circunstancia y esencia,
sin dejarte vivir la vida de los vivos que no quieren quedarse
dormidos. Una vez ganada la batalla, diríamos que nuestra persona
ejemplar cogería el periódico diario como tradicionalmente se hacía
y, de hecho, me gustaría que fuese así, pero ahora nuestro camarada
alcanzaría su teléfono móvil y le echaría un ojo a las noticias
vía Internet.