lunes, 2 de mayo de 2016

Funcionarios, el problema de España.

¿Alguien alguna vez se han preguntado qué falla en este país?
¿Por qué somos tan improductivos? ¿Por qué tenemos fama de ser vagos?
¿Por qué se nos considera una patraña dentro  del  propio  sistema?
El por qué absoluto jamás lo podremos encontrar, ya que la verdad, de lo perfecta que es, es infinita.
Un por qué, que me llevó algún rato que otro pensando en mi habitación, podría ser la forma de cobro de los trabajadores españoles.
Y, vayamos al grano, más concreto, me dirijo hacia los obreros públicos.

Estos sin duda, tienen fama de no hacer absolutamente nada, de tener unas ciertas vacaciones al año, y un sueldo, más bien asequible.
Más que alguna vez habremos escuchado comentarios como: "El problema de España son los funcionarios" o "trabajas menos que un funcionario".
Sin embargo, las profesiones de las que se hacen cargo este conjunto de población activa son más que importantes para el funcionamiento de una sociedad, sobre todo, en el apartado de sanidad, educación y seguridad.

Firmemente, creo que deberíamos preguntarnos la cuestión de que, si es un trabajo importante y primordial, ¿por qué no es productivo?

¿Alguien se ha parado a pensar de qué forma cobran los funcionarios del Estado?
No me refiero si lo hacen en negro, por transferencia o declarándolo en Hacienda (cosa que es bastante principal, pero que no viene al caso).
Tampoco intento referirme a  que si cobran por horas, por días o por meses.

¿Sabéis lo que de verdad me interesa? Me llama la atención que todos, o que la mayoría de ellos, remuneren su sueldo sin ser a comisión, estando fijo y sin apenas moverse.

Lo primero de todo es: ¿qué significa que un trabajador tenga un sueldo fijo?
Según varios estudios, el sueldo fijo acaba, al contrario que un salario variable, disminuyendo la motivación del trabajador, haciendo que su productividad caiga en picado al ver que terminará obteniendo lo mismo, dando absolutamente igual la forma en la que trabaje y utilice sus herramientas para dar lo mejor de sí mismo.

Es lógica, ¿no? Si tienes una empresa, en la que dos trabajadores tienen la función de realizar informes, su productividad estará relacionada con la rapidez con la que rellenen esos papeles.
Pero, ¿qué pasa cuando solo se paga el trabajo efectuado y no la productividad del mismo?
Supongamos que estos dos compañeros (1 y 2), cobran a sueldo fijo. Además, uno de ellos (el 1)  es muy trabajador, y siempre da lo mejor de sí, Mientras, el otro (el 2) se limita a efectuar la tarea mínima.
¿Veis normal que esas dos personas vayan a obtener exactamente la misma recompensa?

Lo peor no es el acto de justicia no realizado, lo peor podrían ser las consecuencias de dicha situación. Si el trabajador 1 ve que, por mucho que se esfuerce, jamás se lo compensará la empresa, llegará el momento en el que esta persona deje de ser tan productiva como lo era al inicio de comenzar su etapa en el negocio.
El trabajador 1 se vería sin motivación, sin esperanzas de futuro, y, por lo tanto, acabaría imitando la conducta de nuestro compañero, el trabajador 2.

El resultado del trabajo a sueldo fijo (en este caso): una empresa con menos beneficios, y unos trabajadores sin ganas de seguir ascendiendo en su escala social por medio del trabajo.

Ahora es cuando pregunto, ¿y si es esto lo que les ha pasado a los trabajadores públicos españoles?
Tan sencillo es como pagar más al que más obra, que menos al que menos trabaja.

Sin embargo, sabiendo que esto extermina las ganas de trabajar y la competencia, no lo tenemos en vigor. ¿Una razón? Pues no lo sé, desconozco la causa de que estas personas con profesiones pertenecientes al sector público cobren exactamente lo mismo, dejando a un lado la importancia de si labora con más o menos ganas.

Soy de esas personas que piensan que el esfuerzo ha de premiarse, por ética, por justicia, por moral y por psicología. Es una forma de "premiar" a las personas y de poder organizar de forma jerárquica a los trabajadores de una localización exacta.

Eso sí, tampoco convirtamos esto en una empresa de aseguradoras,  donde más de una vez he oído que ponen metas carentes de realismo que se han de cumplir para poder seguir perteneciendo a la compañía. Una cosa es exigir un esfuerzo, y otra formar un abuso totalmente descabellado.
No confundamos premiar con hacer de un trabajo un infierno.

Por último, me gustaría recalcar un factor clave a la hora de imponer un sueldo variable o a comisión: esa es la razón o el motivo que llevaría a medir la productividad en un sentido positivo tanto como negativo.

En el ejemplo de los trabajadores que rellenan informes, es fácil saber cómo se podría decir que uno trabaja mejor que otro. Pero, ¿como diríais que un profesor es mejor que otro? O, ¿cómo un médico es más profesional que los demás?

Es una tarea difícil saber si un maestro te enseña más que otro, o si un médico ha satisfecho tu duda acerca de la salud, sobre todo, cuando no eres ni un alumno ni un paciente.
Esa hipótesis me lleva a pensar que se podrían realizar diversas encuestas, donde se exponga la opinión propia y el pensamiento de las personas que han contratado el servicio de ese trabajador (por ejemplo, un alumno).
Eso sí, si ponemos estas encuestas de forma anónima, los clientes (y sobre todo los estudiantes) acabarán por no tomarse en serio una acción de la que depende el sueldo del obrero que les ofrece los servicios.

Además, el gran fallo de esta teoría última, sería el gran coste que las encuestas supondrían para el Estado (recordemos que estamos hablando de oficios públicos), ya que, tendría que contratarse a ciertas personas para que laborasen intensamente en el cumplimiento y la puesta en marcha de las dichas muestras.

Son teorías muy hipotéticas a las que hay que seguir dándole vueltas y pensar en ellas como si no hubiera mañana. Al menos, seamos positivos, puede que haya estrechado el círculo del gran problema de España, que no son los funcionarios, sino su productividad.

Por lo menos, conformémonos con que hemos encontrado un problema que podemos solucionar.






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