miércoles, 29 de junio de 2016

Necesitamos líderes

Entramos en un contexto donde toda acción, todo aliento tomado, toda palabra dicha, todo pensamiento en mente, puede tener una cierta relevancia.
Nos adentramos en unos tiempos donde el ahora quedó para luego y el hoy para el mañana.
Estamos sumidos y dormidos en un mundo que carece de sentido, y que se dirige hacia un abismo.

Todos quieren una revolución, todos quieren cambiarlo, pero nadie dice cómo.
Nadie se mete de mierda hasta el cuello y asume las consecuencias de una rebelión.
Nadie quiere morir por nada. Ni por nadie.
Nadie asumirá el aspecto de su libertad y lo que deriva de ella, porque aprendimos a rechazar nuestra esencia, al mismo tiempo que asumimos que necesitábamos gente que nos mandara.

Sois muy revolucionarios, pero esperáis a que alguien encienda la llama, que os llame y reivindique algo de lo que no sois capaces.
Se quiere a un líder que al pueblo guíe hacia el verdadero enemigo que existe.
Aunque todo sería menos fácil si pensáramos que no hay gente mala, sino malos intereses comunes.

Todo sería menos difícil si en vez de esperar, actuamos; si en vez de quejarnos, reivindicamos; y si en vez de callar, hablamos.


Hablemos de lo que nos hace débiles, de lo que nos debilita y de lo que nos imposibilita la frialdad de poder actuar.
No nos dejemos engañar por votos que han sido convencidos por una pantalla, ni nos dejemos llevar por líderes que no lideran otra cosa que no sean el antipoder o la antipolítica.

Debatamos cómo es que un género es aplastado por el otro por no ser el otro género.
Recordemos cosas como que una guerrilla nos ataque después de que hayamos destruido sus fronteras y explotado su territorio. Luego nos quejamos y decimos que están locos.
Es que están locos.
Yo pienso que los monstruos existen, y se encuentran dentro de cada uno de nosotros. Solo les hace falta la llamada para salir y acabar con todo lo que pille por su paso.
Hemos creado monstruos, y nos han convertido en maniquíes.

Hablemos de la acción violenta que usan algunos porque no han conseguido convencer sobre sus ideales.
Hablemos del miedo y del odio hacia el diferente porque somos tan débiles que creemos que el progreso nos destruye.
Hablemos de la conservaduría de querer conservar tradiciones que en su día fueron novedad, pero que ahora dan más pena que alegría a nuestra patria querida.

La estética nos está desorientando tanto que ya no sabemos ni lo que es real ni lo que es imaginativo. Ni lo que es presente, ni lo que fue pasado.

Queremos líderes, quizás porque estamos perdidos o porque no nos encontramos.
Queremos mesías, profetas, intelectuales, gente racional, que sepa estar, no quiera robar y quiera liderar.
La pregunta es: ¿si ni tú mismo te encuentras, cómo esperas que una sociedad a la deriva cambie de rumbo?
No es que hagan falta líderes, necesitamos un pueblo con menos necesidades materiales y más satisfacciones espirituales.



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