El
sistema de pensiones, al menos en España, es la mayor partida del
gasto público de nuestro Estado, pero
sigue sin alejarse del
todo de la media
europea (un 11%
sobre el PIB) . Aún así, ha sido bastante polémica la noticia del
derroche de nuestro gobierno de la llamada “Hucha de las
pensiones”, es decir, el fondo que garantizaba en situaciones de
recesión el pago de las remuneraciones a los jubilados. De
esta forma, el agotamiento de dicho fondo llevaría a nuestro sector
público a endeudarse como la única vía alternativa a resolver
dicho problema (en el caso de no efectuar ninguna política).
Así, el
envejecimiento de nuestra población, donde va cobrando cada vez más
importancia relativa el número de las personas mayores de 65 años,
está poniendo en jaque la supervivencia de nuestro sistema actual,
llamado “de reparto”, que consiste básicamente en
la cotización de los trabajadores y empresarios por medio de
impuestos, y, con el dinero recaudado, se consigue pagar las
pensiones de las personas jubiladas. En otras palabras, el Estado
español hace de “distribuidor” de las cotizaciones obtenidas.
Lo
que la mayoría de los expertos piensan, es que nuestro sistema de
pensiones es totalmente insostenible, debido
a que nuestra pirámide demográfica cada vez se va ensanchando más
respecto a las personas de la tercera edad que las
que están en edad de
trabajar, y por ello,
necesitamos una vía alternativa para poder recaudar los ingresos que
faltan para que nuestros mayores puedan mantener el nivel de
bienestar con el cual estamos acostumbrados a vivir.
Políticas hay
varias, como, por ejemplo, una subida de los impuestos y las
cotizaciones para conseguir aumentar los ingresos del Estado, una
disminución de las pensiones que están recibiendo los ciudadanos
jubilados, o, incluso, el aumento de los años a los que se permite
jubilar.
Siendo ya
sinceros, pienso que la edad de jubilación debería aumentarse, como
mínimo, hasta los 67 años. Fue una política aprobada
anteriormente, pero inmediatamente derogada por la impopularidad que
causó. Pero, tenemos que pensar exactamente en el momento en el que
se exigió por ley que la jubilación sólo se le permitiera a las
personas mayores de 65 años (salvo las excepciones que hoy en día
conocemos). En él, la esperanza de vida era de unos 70 años. Ahora,
nuestra esperanza de vida (una de las más altas del mundo, todo hay
que decirlo) es de unos 83. Creo que estaríamos de acuerdo casi todo
el mundo en relación a que la situación es bien distinta: cada vez
se jubila más gente respecto a los que trabajan y cada vez se pagan
más pensiones (en su totalidad) porque los pensionistas poseen un
mayor esperanza de vida.
Pero, no olvidemos que una persona trabajaría hasta cierta edad siempre que estuviera en perfectas condiciones, tal y como estamos acostumbrados a ver. No se trata de que estemos infinitamente trabajando como animales de carga, sino de que, entre todos, podamos hacer un esfuerzo con el objetivo de no endeudarnos tanto gracias al pago de pensiones.
Aún así, mi opinión real es que cada ciudadano debería obtener la jubilación en el momento que él mismo quiera. No somos nadie para imponernos ante los deseos de las personas, y estas deberían ser responsables de las consecuencias de sus actos. De esta forma, me gustaría pensar que podríamos convivir en un Estado donde las personas pudieran hacer lo que quiera, aunque, realmente, sabemos que con un sistema de pensiones de reparto es prácticamente imposible practicar dicha utopía.
En cuanto a
aumentar los impuestos, simplemente pienso que es como aplazar el
problema. Si cada vez que necesitamos financiación para las
pensiones aumentáramos los impuestos, al final entraríamos en un
círculo vicioso donde robaremos poder adquisitivo y entorpeceremos
distintas actividades económicas por tantas cotizaciones y tarifas
impositivas. Así, no creo que sea la solución más óptima dicha
política, aunque sí podríamos afirmar que es una vía que evitaría
el endeudamiento del sistema público en un momento de urgencia de
pago de las transferencias a los pensionistas.
De esta forma,
solamente nos queda afirmar que el modelo es insostenible, y que la
única alternativa para garantizar unas pensiones sin que ocurran
problemas colaterales, podría ser cambiar o modificar el propio
modelo, intentando mirar hacia otros países que poseen unos sistemas
de pensiones totalmente distintos y perdurables.
Así, aunque
existen decenas de tipos de sistemas de pensiones, nos vamos a
centrar en dos: el sistema mixto y el sistema de capitalización
puro.
El sistema de
pensiones de capitalización puro es el que se desarrolla y se
encuentra vigente en países como Estados Unidos, Canadá, Singapur,
Chile o Suiza, donde los trabajadores llevan a una cuenta un aporte
individual de forma mensual, obligatorio por ley, que luego
utilizarán para subsistir en los años de jubilación. En caso de
que una persona no llegue a la pensión mínima establecida por ley,
o, simplemente, no haya podido recaudar el suficiente dinero como
para poder llevar una vida de bienestar, el Estado se encargaría de
este problema realizándole a las personas necesitadas aportaciones
para complementar su pensión, que son recaudadas a través de
impuestos. Dichas transferencias depende de la legalidad de cada
sistema público donde, por ejemplo, en Estados Unidos el máximo
aporte que te puede hacer el Estado es de unos 5,000€ anuales.
Por otra
parte, encontramos el sistema de pensiones mixto, donde su
sostenibilidad depende exclusivamente de aportaciones procedente del
sector púbico, y de, también, capitalizaciones en el sector
privado. Suecia es uno de los países que poseen dicha forma de
organizar el pago de las retribuciones a los pensionistas, donde el
tipo de cotización suele ser aproximadamente un 18,5% sobre el
salario bruto (un 16% se suele destinar a las arcas públicas, y un
2'5% a un plan de pensiones individual y de carácter privado).
Y, ¿cuál de
ellos sería aplicable para España? Siempre hay que mirar el tiempo
hacia el cual queremos resolver el problema. A medio o largo plazo,
el sistema mixto impuesto en Suecia pienso que sería la mejor
opción, ya que las pensiones de nuestros jubilados no dependerían
exclusivamente de cuántas personas hayan en el mercado laboral con
respecto a cuántas estén recibiendo la pensión, sino que, además,
dependerán de la aportación que hagan a un depósito por su propia
cuenta. Esto, aún así, causaría miles de incógnitas, como por
ejemplo: ¿qué pasaría con las pensiones de las personas que ya
están jubiladas o las que están a punto de estarlo? ¿Qué
ocurriría con aquellos que apenas hayan podido reunir suficiente
ahorro para su vida fuera de la población activa? En este caso,
podríamos afirmar que el Estado debería solventar esta clase de
problemas con una serie de prestaciones para aquellos ciudadanos que
no hayan podido ahorrar lo suficiente.
En cuanto al
sistema de capitalización puro, pienso que es el más sostenible, ya
que depende exclusivamente de las aportaciones individuales que
realizan los trabajadores en su vida laboral, dejando a un lado el
problema del gasto público y del endeudamiento masivo como forma de
financiar los impagos del sistema público. Pero, no debemos olvidar
que, casualmente, este modelo ha sido desarrollado en países con una
situación de pleno empleo. En España, un territorio donde nuestra
media de tasa desempleo desde el año 1975 ha sido, aproximadamente,
del 15%, es claramente imposible que este sistema funcionara mientras
nos encontráramos en la misma situación productiva, ya que
existirían demasiadas personas que se verían excluidas de obtener
una pensión mínima para poder subsistir. Es por ello que pienso que
el modelo mixto es la mejor opción.
También, ha
habido algunos problemas con los sistemas de pensiones de
capitalización puro, sobre todo en Chile. En este país
sudamericano, donde las pensiones consisten desde 1981 en
aportaciones individuales (de forma obligatoria) a fondos de
pensiones privados con cotizaciones del 10% (según las exigencias
del Gobierno), hemos encontrados situaciones desfavorables donde
muchos pensionistas están cobrando en su pensión solamente el 35%
del último salario percibido (muchas veces se llega a los 230$
mensuales), mientras que en España se suele recibir el 70 o 75%
sobre el último salario percibido, lo que imposibilita la
subsistencia de los jubilados.
Esto, en su
mayoría, se debe exclusivamente a las exigencias de sus gobernantes,
donde se recomendó en su momento una aportación mensual del 10% al
depósito, mientras que en España, la suma de las cotizaciones que
van destinadas al sistema de pensiones es el 28% (aproximadamente) de
nuestro salario. Es lógico que, al final, se acabe recibiendo una
pensión menor si haces una aportación más pequeña de forma
mensual con tanta diferencia.
En conclusión,
nuestro sistema de pensiones poco a poco va demostrando su
incapacidad de supervivencia debido al envejecimiento de nuestra
población, y ya está habiendo países, con exactamente el mismo
modelo que el español, que se están viendo obligados a recortar de
forma desproporcionada las pensiones o a endeudarse para financiar la
partida del gasto público en pensiones. Grecia es un claro ejemplo,
donde su gasto público en pensiones sobre el PIB es aproximadamente
del 16%, la cifra más alta de toda la zona euro. A su vez, esto ha
generado un conflicto interno dentro del país, donde Syriza, el
partido elegido en las elecciones, se presentó a la candidatura con
un objetivo claro en su programa: proteger las pensiones de los
jubilados. Esto fue debido a los numerosos escándalos que produjo el
partido anterior: Nueva Democracia, que el recorte en las pensiones
provocó la indignación de los jubilados, donde recuerdo en los
medios las noticias de algunos suicidios de pensionistas porque su
pensión no les llegaba ni para poder alimentarse. Finalmente, la
cantidad de endeudamiento que poseen ha ocasionado que no pudieran
cumplir su promesa electoral, bajando el poder adquisitivo de los
pensionistas, a la vez que subían todo tipo de cotizaciones e
impuestos.
¿Es ese el
futuro que estamos obligados a vivir? ¿Trabajar durante toda una
vida de forma cada vez más productiva, para que después se nos vaya
pagando menos en el momento de nuestra jubilación? Grecia parece que
opta por la continuación de un sistema de pensiones condenado al
desastre. En cambio, en nuestro país están surgiendo ideas y
pensamientos de reforma para nuestro modelo, donde, por ejemplo, el
Banco de España dejó caer el comentario de, por qué no, empezar a
obligar a los ciudadanos a que ahorren de forma individual para su
futuro. En caso contrario, nos veríamos trabajando en un futuro a
edades más tardías, con unas tarifas impositivas más altas, y
viviríamos con la incertidumbre de si, de verdad, en el momento de
nuestra jubilación podremos llegar a cobrar nuestras propias
pensiones.
Sin embargo,
una parte es la teoría, y otra la práctica. Pienso que lo que
debería de hacer un buen gobierno es preocuparse a largo plazo del
bienestar de sus ciudadanos, aunque, lo que estamos acostumbrados a
ver es totalmente lo contrario. Todos sabemos que, como máximo,
cuentan con 4 años al frente del país, y es por ello que siempre
optan por medidas fáciles, de no tan mala popularidad, para así
poder retener el poder en sus manos y no en la ciudadanía. Unos lo
llaman clientelismo, otros democracia, pero, lo que está claro es
que el voto decide aquello que queremos, pero no tenemos por qué
saber lo que queremos.
Y, por ello,
estoy absolutamente seguro que este problema se irá alargando, donde
se irán poniendo los parches, ya vistos, del aumento de los
impuestos y el incremento de la edad de jubilación, dejando a un
lado la cuestión de reforma o mejora de nuestro sistema de pensiones
que, ha quedado demostrado, que es totalmente insostenible.
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