sábado, 12 de diciembre de 2015

Historia, patria y orgullo

La multitud gruñía y aullaba con sentido eufórico, todos gritaban por una misma razón: por su país, por su bandera, por la unión. Es irónico.

Hay quien se cree las mentiras de la gente, de tanto repetirlo, se transforma en una rutina muy presente. Pero aunque no sea preferente, la gente lo prefiere aunque no sea verdad, aunque no piensen eso, porque es más fácil aceptar la realidad que conocerte a tí mismo.

- La cosa es que todos somos españoles, nos tiene que gustar nuestra bandera, la tierra y el himno-, dijo un señor.

Atento hasta cuando tomaba una copa, el hombre de las gafas y el sombrero no pudo evitar hacer algún comentario, incluso tan simple como: "¿por qué?"

-Ya lo he dicho, amigo mío, por ser españoles. La patria es una y nos movemos en ella, es nuestra madre-.

-¿Quién dijo que fuéramos españoles?-, preguntó entusiasmado el sospechoso hombre-.

-¿Cómo que quién lo afirmó? Lo afirma nuestra historia, somos un país grandioso, en las puertas de las economías más potentes, déjese de tonterías-.

-Exacto, somos un país grandioso, con una cultura increíble, sensaciones, artes y sentimientos que le dan vida a un par de fronteras. Somos historia, tampoco se lo niego, no cambiaría, si pudiera, ningún dato absoluto de nuestro pasado, ya que, de lo contrario, no seríamos los mismos. La vida humana se resume en la historia. Pero, por ello, esto no explica que yo sea español, solamente nos quiere decir de por qué soy monárquico, católico y pícaro. Pero esto, muy señor mío, no es ser español, esto es ser humano, ya que el ser humano vive gracias a su historia-.

-Pero, ¿no es cierto de que hay muchos tipos de seres humanos? Esto nos marca a los que vivimos aquí-.

-Nos marca, pero no a todos, fíjese usted que hoy es 15 de abril y ayer se hizo el vigésimo aniversario de nuestra tan odiada Segunda República. Por ello la historia nos condiciona, porque nos pasaron cosas distintas a cada uno de nosotros y reaccionamos ante ello como pudimos-.

-La República, ¡qué tontería! Desde siempre fuimos como Dios manda, y ahora parece que somos nosotros quiénes dominamos al Altísimo-.

Nuestro amigo patriota abandonó el lugar de la forma en la que un ignorante huye de la verdad, y fue a parar a la calle para perderse entre las personas que se cruzaban de forma inconsciente paseando. 

Sin embargo, el hombre de las gafas y el sombrero se quedó petrificado desde que el señor gruñón tuvo intención de irse. Pasaba el tiempo pensando, mirando a la nada, como si fuera una estatua o un dibujo, hasta que puso los pies encima de la mesa, se subió a la misma, y puso el puño derecho en alto mientras recitaba:
"Que no nos engañen, que no nos timen, somos todos seres humanos sin fronteras en nuestras raíces. Qué mundo nos espera cuando le ponen límites a la cultura y a la tradición, ¿es acaso propio de un ser que se caracteriza por usar la razón? Tengamos nacionalismos, bordemos banderas y compongamos himnos, pero, por favor, no seamos superiores a nadie, no somos diferentes, tan sólo iguales. Y qué barbaridad oyen mis oídos acerca de la xenofobia, del racismo y el odio al extranjero, ¿se creen que vienen aquí a llevarse nuestro dinero? Me hacen mucha gracia cuando se dejan el dinero en putas que son de todo menos españolas, o cuando se impone por un colonialismo económico una cultura a la que, realmente, no le vemos pies ni cabeza. A este puzle aún le faltan muchas piezas. Pero todo depende de nuestra destreza. Del saber ver como niños, que no tienen identidad, juegan con negros porque sólo ven eso, otros niños, se ven iguales ante ellos. Y, ¿por qué? Porque miraban antes a sus corazones que a sus bolsillos. Y no digáis nada más porque aquí no hace falta hablar, aquí se necesita pensar. Pensemos, existamos, y así cambiemos la realidad pútrida donde hace falta que uno sufra para que el otro sea feliz. Ocupémonos de vivir. Miremos nuestra historia, hagamos del ser humano una especie maravillosa..."

Justo antes de gritar el famoso "¡Viva la libertad!", un soldado del Bando Nacional soltó una bala que hizo que todos esos ideales se esfumaran como la gente de aquel lugar. Todo el mundo salió corriendo, como si hubieran visto la verdad, pero otro día se encargarán de enfrentarse a ella.







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