sábado, 26 de diciembre de 2015

Rebeldía

La noche fría, impedía, moverme hacia lo más oscuro de la casa, aunque solo ya estaba. Y no sólo en mi hogar, sino sólo en un territorio, en un país, dónde ya no hay ley, ni rey, ni siquiera personas cuerdas que piensen en qué hacer ahora y hoy. Y es que hay que hacer algo, ¿no lo sabemos ya? Pero, nos conformamos con mirarnos las caras, luego nos quejamos, y nos sentimos bien con nosotros mismos y con la especie humana.

Y es que ahí se encontraba nuestro amigo, camino al trabajo la mañana del día siguiente, Desde la noche anterior, sabe que algo en sí había cambiado, modificado. Ya nada sigue igual (aunque dicen que nada permanece), pero para él, todo ahora es distinto. Mira al resto de la sociedad como unos inútiles, incongruentes, incoherentes, ruines, incompetentes, mezquinos, desdichados, cansados y cabizbajos.
Lo observaba todo, pero nada ni nadie se ocupaba de mirarle, ¿quién iba a tener el placer de dirigir tal movimiento y mantenimiento de ojos a una persona cuyas pintas no destacaban ante el resto? No era ni atractivo ni antiestético, pero era, existía, aunque parece que sólo en su perspectiva.

No era crítico, no era filósofo, sólo realista. Otros pensarán que es un artista incomprendido, porque piensa a cada rato, haciendo retratos en su mente siendo paciente. Él luchaba, batallaba pero parece que se ha rendido, ya nada tiene sentido en un mundo absurdo de incomprendidos.

Para los demás, siempre fue alguien normal, hasta que llegó ese momento en el que uno se da cuenta para qué nace, para qué vive, y por qué tiene que morir. No sabía explicarlo, aunque si imaginarlo. Él quería una tierra mejor, pero le trataron a palos.

Y seguía yendo para el trabajo, en su gran trabajo haciendo números para una empresa que se dedicaba, por cuenta ajena y sin que el Gobierno lo supiera, a la venta de armas. Ilegal para unos, para otros, negocios. No hablemos ya de la explotación que se realizaba en ella, casi tan perfecta como una mujer acercándose al canon de belleza, impuesto por la ideas relacionadas con una cultura absurda. 

En el camino siempre veía a ancianos y ancianas pasando el tiempo, que creen que es mejor jugar a la petanca que leer un rato, o a niños en el banco sentados con sus móviles de última generación que compran sus padres porque han sacado un brillante expediente, sin haber aprendido casi nada cuando van a clases.

Como siempre, cuando iba llegando, se encontraba con sus compañeros de ocupación. Ellos hablaban de lo bien que les iba en la vida con su mujer, sus dos hijos, su perrito, y su hámster recién comprado, del cuál le importa un comino el nombre que le pongan sus descendientes.

Nuestro amigo era soltero, pero eso no quiere decir que no pudiera o no tuviera unos buenos romances de vez en cuando. Lo que pasa es que la palabra soltero suena a perdedor, ¿no? Porque pierdes a una persona, pero hay veces que, al mismo tiempo, ganas la dignidad y el orgullo.

Hoy tocaba reunión, de esas donde acuden los principales dirigentes de la entidad para aprobar los presupuestos, y los nuevos objetivos de la misma (que apenas variaban). Qué entretenido, ¿verdad?
Más entretenido incluso que nuestra gran famosa caja tonta, que de tonta nada porque manipula a gente que se caracterizan por ser "racional".

Él había visto la verdad, pero guardaba silencio, sin hacer ningún ruido, porque como muchos dicen, aquí hablan más quiénes tienen que callar.

Le tocaba el turno al presidente de la organización, donde siempre la persona tan amable y enchufada lo presentaba como si de un emperador dictatorial se tratara. El líder hablaba de las buenas cifras, del progreso, de falacias, de mentiras, del retroceso. Trataba con buenos ojos lo que estaba haciendo, porque aquí tan sólo importaba nuestro sueldo, nuestras acciones y nuestras ansias de conseguir más beneficios. Los oídos a nuestro amigo le sangraban, estaban impregnados de repugnancia egoísta, no cómo con el resto de trabajadores, todos sonreían y asentían como si estuvieran escuchando a la mismísima sabiduría.

Nuestro amigo no aguantó mucho más, y tuvo que decir aquella palabra que muchos especialistas dicen que fue la primera pronunciada: "no".

-¿Cómo ha dicho usted, señor?

-He dicho que... NO. Ya está bien de abusar, de discriminar, de aniquilar, de robar, de mentir, de excusar, de lucrarse sin mirar atrás, de asentir cuando queremos negar, y de no querer ver cuando otros obran mal. Ya basta. Algún día alguien tenía que decirlo: BAS-TA, se acabó. 

-No entiendo bien a que viene esto.

-Viene a que estoy harto de que seamos unos autómatas pensantes que desgarran cerebros manipulándolos con la tele. Esto es un mundo escalofriante, y la verdad es que, yo no he venido a traer la paz. No voy a ser uno más de los que se queden apaciguados y drogados mientras otros se lleven un buen premio por estropear nuestra vida y salir de rositas. Esta es mi tierra, he venido a traer la guerra. He venido a concienciar, a mover, a desarrollar, a sostener un pensamiento que se cae. He estado tragando mucha mierda, pero mi colon explotó de tanta mugre que se encontraba en mi interior. Y no es que me deis asco, vengo a rescataros y a decíos que de nada va a servir estar callados si no nos concienciamos. Pensad, moveros, y nos os consumáis quietos como un brasero. Conciencia y rebeldía, son dos conceptos que tenemos que tener en cuenta en estos tiempos.

A la par que pronunciaba sus últimas palabras, se daba cuenta de que despedido estaba. Obviamente, nadie quiso ayudarle, por mucha razón que tuviera. Todos se jugaban un sueldo y una vida bajo los escombros. Aún así, todas esas cabezas que antes no se pararon un instante a filosofar, se daban cuenta de que algo fallaba en el sistema. Y, como una cadena de montaje, la sangre comenzó a circular de manera más rápida por sus cabezas, veían que aquí faltaban demasiadas piezas. Algo permaneció en el aire, un pensamiento que se engrandece y que estremece hasta el más poderoso de los gobernantes: la libertad, fiel al ser humano y al pensamiento racional.






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