miércoles, 2 de diciembre de 2015

Con los pies en el suelo

Me mantengo con los pies en el suelo. Sueño, lucho, pero al mismo tiempo pienso dónde vivo.

Miro al futuro, sin descanso, preguntándome qué será de mí cuando pase el tiempo.
Ahorro saliva, fuerzas, tengo destreza que me permite pelear. Tengo la energía lista, a punto, y disfruto haciendo lo que me gusta.
Qué victoria más apretada me espera, aunque para mí no gane nadie. Solamente me conformo con el placer de aprender. Leer mentes. Educarse de la gente.

Miro a mis compañeros, ya no hay secretos, todos vinimos a por un plato, pero con las manos vacías nos quedamos. Dicen que solo hay espacio, para uno, un número, el mejor unas veces, y otras el enchufado.

No siento nada por aquellos que no se esfuerzan. Ni lástima ni pena. Simplemente, pienso que no sé qué será de ellos, porque la vida no está hecha para cobardes como estos.

Mi meta es equilibrarme en la balanza del aprendizaje, y no por ello voy a deprimirme. Solo vengo a motivarme. Soy adicto al juego de caer para luego levantarme. 
Superación personal, todo un reto para el que en los demás no se fija. Mi filosofía.

Concurso donde sólo yo juego. Hice historia por competir conmigo. Nadie me aplaude, todos me ven superándome. Y es que soy leyenda, pero nunca gané. Nunca lo dudes, fui el mejor porque las comparaciones las dejé más atrás que las críticas ajenas.

Miro al suelo y solo se encuentran mis pies, porque escupo la realidad de una forma que penetra en la piel. Ser real, contemplar la realidad, son cosas que más de uno pasaron de hacer. Se pasaron a fiestas cada noche, y ahogando penas en alcohol a destajo y sin derroche.
Qué buena técnica tan ética la de erradicar la histérica forma racional de decir que no puedes con tu vida. 
Pasarte medio día quejándote sin un chaleco salvavidas, es más peligroso que un asesino buscado por la policía. O, incluso, que uno que critica sin pensar en la utopía.

Yo vengo y me escabullo. Y os da un infarto, por leeros un texto, cuyo autor dice ser mejor por tener un corazón antes que unos ratos buenos fumando. De esta sociedad salto, para convertirme en un mesías sin ningún reino, ni siquiera, de asfalto.

No me monto castillos en el aire, todos somos un don nadie, hasta que cambiamos nuestra mente para ser alguien. ¿A qué precio? Al de traicionar al prójimo para que la fama te cambie.

Qué obsesión, queremos ser alguien para que luego no nos reconozcan ni las madres. Insisto. Compite contigo mismo. Sé leyenda en un tiempo, y ahora ocúpate de dar ejemplo.









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