jueves, 31 de diciembre de 2015

Asco

Es lo que me entra cada mañana cuando me levanto de la cama, miro a través de la ventana y veo el amanecer del Sol, con una luz dorada. Es lo que siento cada vez que me acuesto antes de tener sueños inspirados en una imaginación, sin aún conocimientos. Es lo que me transmite cada verso escrito en este texto, cada palabra redactada en cada milímetro de lo que unos llaman escritura.

Experimento asco, asco de la soledad, del no saber estar, del estar, del no sentir, del no conocer cómo vivir, de las entrañas de la sociedad, de la libertad entendida como seguridad, de la verdad ignorada, de la mentira recalcada, de la prensa comprada, de la violencia no razonada, de la policía, del rey y de sus tías, de los políticos que sólo piensan en dinero, de los profesores que tan sólo enseñan a tener bonito el cuaderno, de los médicos que no quieren salvar vidas, de los que se rinden sin haber participado en la batalla, de los que votan por votar, de los que saben nadar pero a otros dejan ahogar. 

Aprecio repugnancia, repulsión, de todo menos inspiración, aversión, animadversión, naúsea, vómitos, arcadas mal experimentadas gracias a la labor de todos a empeorar la especie humana.

Y no me quedo atrás cuando digo, que esto es un circo, sin animales, ni bestias, ni sangre, solo hay mugre. Sólo hay oscuridad, disgusto, temor, miedo al ver un cambio del todos huyen.


El resto el día no siento nada, no sueño, no vivo, entro en cólera. Un huracán persigue mi alma endiablada para llevársela al asilo de las defunciones anticipadas. Aún así, no lo consigue, no lo logra, obtengo el despiste de la muerte, gracias a la lucha de mi clase humilde.
Aunque, sigo sintiendo el desagrado de los amparados, de los malparados, de los que dijeron que no era de su agrado, de los que prometieron que el amor es fiel y verdadero, de los que sin despedir se fueron, de los que sin perdonarse volvieron, de los que cogen armas en helicópteros y producen bombardeos, de los que mienten para llegar al Parlamento, de la corruptela que se encuentra ahí dentro, de los que son malos pero, nunca, nunca estarán en el infierno. Luego, todo llega al punto donde la suciedad encuentra a mi pensamiento, donde todo es frío y no se combina con movimientos. Todo permanece, nada se modifica, ya que la especie pensante dejó de ser sabia, de una vez por todas.

Finalmente, a mí me da un infarto, me muero, fallezco, pero dejaré la feliz vida, diciendo que lo único que he ganado, ha sido el irrespetuoso trato de las masas que siguen modas sin importar lo que uno sienta, que es mejor amar a una persona que a cientas, que es mejor el odio hacia quién no te interesa, que el ojo por ojo es la ley que uno experimenta, que la religión es una ciencia incierta que maneja los hilos de la ideología de la mayoría, que los puntos débiles son los que uno nunca se dedicó a trabajar, que el elaborar un pensamiento llevó unas cuantas décadas para poder derrumbar, que los edificios se caen menos rápidos que el sistema, que la democracia es la dictadura de la oligarquía a través del manejo adoctrinado de la conducta, que me hace gracia pensar que hay que estar serios cuando todo el mundo duerme, que yo ya ni siquiera puedo soñar por las noches, que la rabia me condujo a la conformidad, la conformidad me llevó al sofá, y ahí pude descansar, de una vez por todas, mirando el reloj, ese tic-tac, que parece un azar, ¿verdad? 
Qué curioso cuando dos manecillas se mueven esperando a que alguien dé el primer paso.

Y que asco, que asco más grande, el ver que esta queja tan sólo sirve para dejar de loco a una persona, que lo único que quiere es demostrar los fallos de una especie que aún se cree que es un dios entre los dioses.







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