domingo, 3 de enero de 2016

Creo

Creo en la paz y en el amor, creo en la utopía y en la libertad, en el azar, creo que todo tiene causa, y consecuencia. Pienso que todo tiene un final, y admito el principio como inicio de todo, creo en algo divino que elaboró una fuerza sobrehumana y dio comienzo al ciclo del universo. 
Acepto la realidad, pero no voy contra ella, dejo que fluya, tanto ella como los problemas. 
Dejo que el odio me alcance para decirle que este no es su hogar, ni soy un amigo que le promete fidelidad, porque yo quiero y aspiro a conseguir algo llamado felicidad. 

Pero no malinterpretemos, no espero la felicidad que todos pensáis, no quiero una felicidad siendo ignorante, no quiero un estado de ánimo propio más de animales que de seres racionales. No pretendo obtener la causa de la mayoría de las muertes, yo no quiero esa tranquilidad. 
Avanzaré hasta alcanzar ese punto dónde ya nadie me encuentre, donde ya nadie me entienda, solamente me oigan. Me oirán a través de libros que dejé, de discursos que recité, de versos escritos que puse en un papel, de sentirán a través de pieles que rocé. Esa es mi felicidad, darle al ser humano lo que le pertenece, el conocimiento y la cultura para permitir un desarrollo sin frenos hacia la explanada. 

Y lo sé, conozco perfectamente que nunca llegaré a apreciar vivo ese momento, que jamás me tocará observar ese homenaje que recitan en los funerales. Pero son mis creencias, mis aspiraciones y lo que aprendí de estas vivencias, porque sigo teniendo dogmas de los cuáles no hace falta morir por ellos, solamente, para adoptarlos, se necesita inteligencia.

Creo que todos somos amor, que hay algo más allá de lo físico que nos permite formar nuestro estado. Y, añado, la soledad no es gusto de nosotros, porque nos creamos para vivir en sociedad y no siendo solitarios, carentes de compasión, de ética y moral. Creo que la capacidad de trabajar en grupo nos dio el avance para mejorar la humanidad.

Hallo un sentido a todo, incluso a las normas estúpidas, porque creo que hay que emplear lo menos posible la violencia, respetando las leyes impuestas por un gobierno absolutista. Y es que admiro a esas personas que esperan una revolución intelectual. Tranquilos, ya vendrá. De momento resignémonos a pensar, a estudiar y a dejar atrás la muchedumbre hipócrita que salvaguardaba la ignorancia, la mentira, el odio y la picaresca. Ya vendrá, al igual que vendrá la prohibición de las torturas de los animales, porque no creo en ello, ni tampoco creo en las fiestas sin motivo, me harté en su momento de bailar cuando hacía falta, de cantar para alegrar a alguien que lo necesitaba, incluso de beber para pasármelo bien, pero sólo cuando tenía sentido, aunque ya este, en su mayoría, se ha perdido.

Por último, me gustaría agradecer a aquellos que me hicieron creer en la amistad y en la compasión, aunque haya otros que busquen encontrar odio y rencor como sinónimo de amigo. A esos no les digo absolutamente nada, porque pienso que la vida se carga a los que más daño hacen a la raza humana. Y, no por menos importante, apoyo el sufrimiento como método de superación.
 Dicen que sin dolor no hay recompensa. Pues que me duela, que me duela bien fuerte, que la recompensa que quiero obtener es un sitio donde tan sólo se encuentran los mejores.





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