jueves, 14 de enero de 2016

Tengo 18


Tengo 18 años, y aspiro a lo más alto, aunque aseguro que la inmadurez es un factor clave en mi mente de adolescente impalpable, que parece inmutable e inaccesible para aquellos amargados que dijeron que la vida es para trabajar más, mas que para pasar del trabajo.

Aprovecho el día, pero parece una utopía, porque parece que ya nadie quiere apurar la vida.

Así que, si soy inútil, ¿qué quieres que le haga? Nací para ser imperfecto y no para ser un compañero más de una sociedad pútrida, privada, esclava de deseos, del destino, que lo único que quieren es maltratarnos como animales y pegarnos como a perros malnutridos, violarnos como curas a niños pequeños, heridos.


Soy inútil, suspendo exámenes, soy un mal estudiante, pero aprendo como nadie y me marco mis conductas racionales, incluso más que otros que presumen de tener miles de másteres y se empeñan en que ya lo conocen todo, increíble.

Lo soy, soy un vago, el más vago de todos, por leer libros en mis ratos libres, por escribir cada semana filosofía y poesía en un blog que no lee ni Dios, que no lee nadie. Pero no lo hago por vosotros, mis lectores, lo hago para desahogarme de esta mierda de vida que regala menos al lúcido que al ignorante.

Soy un puto corazón con pulsos bajos, que parece que se resquebraja como un muro viniéndose abajo, pero no muere, ¿para qué morir si sufrir no es para tanto?

Tengo 18 años, y aspiro a lo más alto, expiro más aire de mi pensamiento que cualquier ser humano, mis pulmones se hinchan a la vez estoy en todos lados, pero soy como un ave que parece que desaparece y luego renace de las cenizas que dejó su muerte.

La hora llegó, luchar o perecer, tiene que venir el cambio a mi parecer, estar junto al móvil nos convierte en gente inculta que ni el lenguaje quieren aprender. Perdonar y agradecer fueron objetivos no cumplidos que nos hicieron retroceder.
Ahora es cuando veo mi capacidad de adaptación, aunque paso de llamar la atención, y no soy un robot que quiere mensajes al teléfono para coger un ánimo que crea mi propia imaginación.

Prefiero quedarme callado, tímido, reservado, incomunicado, ya que veo que hablar lo hacen personas que carecen de obviedad. Pero, en este momento me contradigo, ¿callar? Callar lo hacen personas que no quieren demostrar que valen más que los demás, jamás, jamás lo intentarán, son igual que el resto. Ellos huelen mal pero yo soy el que apesto, porque aquí, el ser idiota se compara con ser honesto. 
Y la honestidad produce insatisfacción al darse cuenta de que a ti te llueven palos mientras a la gente flores le van cayendo.


Tengo 18 años, y aspiro a lo más alto, porque lo que me queda por vivir lo voy a sentir de forma intensa y con sentimiento, mientras tanto. No quiero tonterías, solo experimentar en cada trazo, aunque sea con abrazos, desde tu regazo, viendo que ningún problema es para tanto.
Existir con intensidad será mi meta, mientras que la felicidad dependerá de su existencia, porque en ocasiones es más dudosa que un Dios por el que se reza y nunca te visita.

Y no, no tengo ego, sólo ganas de aprovechar ratos buenos, dejar las preocupaciones para luego, que no quiero que me asesinen unos hechos como si esto fuera un juego.





2 comentarios:

  1. Tengo 18 años, y sí, soy también de las pocas vagas en peligro de extinción.
    Tienes 18 años, y sí, tienes una vida por delante.
    Sigue fiel a lo que dices y demuestra que sigue existiendo racionalidad en las esquinitas del mundo.

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    1. Esa es mi función, al menos la que creo conveniente hacer, demostrar que seguimos siendo seres racionales. Muchas gracias :)

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