viernes, 19 de febrero de 2016

No tiene precio

Introducción para demostrar que el peculio es un invento más del ser humano y compañero de sus andaduras por el paso de la existencia. Preámbulo incierto para expresar que la pasta es una mierda más que nos hace ser de todo menos personas.


Mi opinión algún día no se podrá comprar con dinero. 
La tendré que recitar a los cuatro vientos para que se enteren los más moribundos, y no cuatro gatos.

Monedas que vienen del paraíso, me dicen que me vaya al lugar de los héroes del silencio. 

Pero prefiero hablar, no callar, e ir al infierno, y visitar al demonio para que me incite a rescatar la libertad robada del territorio.

Y este ser que improvisa desde una cornisa, dice que todo tiene un precio menos su rima entre las esquinas, del folio, arqueadas, repletas de tinta.

Ahogadas en el agua de mis lágrimas, lastimadas por el aire de vida que baña mis entrañas. 
A pesar de que llega la calma, la tormenta es mi hermana consagrada de forma perpetua. 
No se apiada de mi temor, pues le gusta verme sufrir viendo como hay seres corruptores y corruptos que se dejan vender por chelines, céntimos y centavos, más falsos y esclavos del dinero que de la muerte como objetivo final e inesperado.

Hasta el oxígeno que respiro, pero no veo, que sin él me muero, como mi amante, mi cigarro y mi mechero, me lo quieren vender como si él tuviera dueño. Como si la naturaleza fuera consecuencia del ser humano y no causa, como si la madre natura fuera la hija y nosotros la niñera.


Quiero hacer de mí un pensamiento, quiero alzar la gloria de los sentimientos, quiero sentir sin tener que afrontar ni pagos ni precios, quiero afrontar las deudas de mi alma de forma placentera. 

Hablando, pensando en qué será de mí cuando me vaya, cuando ya no esté entre vosotros como cada día lo está el amor en mi cabeza, rompiéndolo en piezas. 

"Tengo la mejor forma de mover al mundo, y es con dinero", dijo un sabio filósofo ya olvidado. Él vio cómo con oro y plata las personas se vuelven locas, posesivas, envidiosas, odiosas, asesinas, egocéntricas, activas, racistas, homófobas, machistas, arpías, impiadosas, y, tan, tan vivas.

Observó cómo con dar un par de áureos o denarios, habían seres que pasaban de lo racional a lo ruin, cobarde y mezquino.

Lo que pasa, es que ya este corazón está lleno de fracturas y heridas. Está vivo de experiencias que te agarran, te golpean y te asesinan.

 Está harto de que a todo le pongan cifras, y con billetes esta vida tenga salidas.
Pero más salidas están las personas desde que a pasión confundieron con sexualidad.

Algunos dicen que todo tiene un precio, pero yo digo que no quiero que nada lo tenga, porque somos mejores sin dinero en nuestra cartera. 

Somos mejores sabiendo que están con nosotros por la riqueza de la energía y no por bolsillos donde se encuentran nuestras chequeras.

No quiero ni subastas, ni pujas, ni negocios ni visas. 

Quiero valoraciones espirituales más a menudo en un planeta que homenajea a la bolsa, a la riqueza y a la masa que trabaja para la empresa que monopoliza la anchura de la cabeza. 

Para aquella que controla la cultura, la risa, el arte y la pintura. 
Por todos aquellos que dijeron que todo se compra en estas vivencias. 
Por todos aquellos que se dejan vender sin miedo a perder en un mar rancio.
Por quienes quieren vivir siendo recios, pero dependiendo del dinero, les digo que nada, nada de valor, esta vida, tiene precio.




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