lunes, 29 de febrero de 2016

Viva Andalucía

Viva la tierra de los latifundios, de los ERE. Que viva también nuestro gran Blas Infante, padre de este sentimiento, fusilado sin juicio previo. No olvidado. Profanado por perforadores de órganos.


Viva nuestra gran gastronomía, como el pescaito frito, el gazpacho o el salmorejo cordobés. Así pues, las migas malagueñas o el ajoblanco. Aunque, nada supera a esas tapas de Granada, o al buen jamón de Huelva, con un buen fino jerezano cultivado en tierras gaditanas.
Aun así, donde estén unas buenas aceitunas aliñás, y una pringá, que se quite ese mollete antequerano con aceite de oliva.

Viva el flamenco, el gitaneo, su grito hermoso y los zapatos tocando el suelo, al ritmo de un compás maravilloso. Tampoco olvidemos a Pablo Picasso, ni a su época rosa u azul, expresada en un Guernica antibélico de gran magnitud. Huyó a Francia, y fingió olvidarse de su origen puro andaluz.

Vivan los lienzos, me arrodillo ante ellos. Me rindo, pero no en Breda. Me postro a los pies de Velázquez cuando observo sus pinturas.
Adoro, pero no al niño, en el momento que veo las obras de Murillo.

Viva la poesía, adoremos las simbología de Lorca, asesinado por "rojo y maricón", y su gran nostalgia cuando tuvo que marchar hacia Nueva York. Pienso que se merece un buen entierro y no una fosa común.
Ese compromiso político de Alberti, esas "Balas" recitadas en un poema que me puso la piel de gallina la primera, segunda y tercera vez que me puse a leerla.
Leyenda también fue Bécquer y, si sabéis de literatura, entenderéis por qué. Su búsqueda no fue la felicidad, sino el amor perfecto, el imposible. Un artista más sin encontrar respuestas que se muere.

Miguel Hernández, la tristeza de un encarcelado, donde las cebollas de sus poemas me hacen llorar.
Pero nunca hubo nadie más desafiante como Juan Ramón Jiménez, un vanguardista de los pies a la cabeza, lo llevaba en los genes. 
Loco por su amada también estaba Antonio Machado. Veo Campos de Castilla cada vez que te leo. Veo un Hospicio que me llama y me cuenta las cosas peores de España.
De oro fue Luis de Góngora. Al menos, eso es lo que dice el siglo. Pero fortuna no era su gran nariz, protagonista en numerosos piques literarios junto a las lentes de Quevedo.

Viva la música nuestra, Pablo Alborán nos lo cuenta desde la melancolía, Joaquín Sabina desde la sabiduría. Esa transmisión de arte por parte de Camarón, yo también me partiría la camisa si me lo dijera la razón. El monumento, Lola Flores, cada vez que levanta la voz. Esa forma de hacer el amor con la guitarra, del gran Paco de Lucía, el maestro que, gracias a él, entre dos aguas me encuentro.

Dentro de la música, destaco a mi padre: el rap. Ya no tengo miedo a vivir, como Zatu me enseñó, y que la felicidad sin compartirla no vale ná, como Shotta me mostró.
El premio pa' ti, yo no quiero nada, como dirían Tote y el Canijo. Este, sigue siendo el mismo delincuente de siempre. ¡Cómo canta!, esperando a que llegue la primavera trompetera.
No olvidemos tampoco ese hip-hop filosófico de Mala Rodríguez, que hace casi sin querer.

Vivan los monólogos de Dani Rovira, un humor tan importante que también se muestra en otros grandes como Luis Lara, Paz Padilla o Manu Sánchez.
Vivan los buenos guiones, recitados por artistas como Antonio Banderas, Mariano Peña o Fernando Tejero. Cada vez que escucho a Paco León me parto y me mondo.

Viva el habla cerrada de nuestra tierra, el himno y nuestra querida bandera. Verde y blanca, Hércules nos guía desde unas columnas, teniendo a leones como mascotas.
Viva el día a día de la autonomía, viva el 28 de febrero, el 4 de diciembre, viva el origen de la ideología anarquista. Levantaos, pedid tierra y libertad. No os conforméis con tener lo que un día os podrían quitar.

Viva la que nos guía, nuestra patria querida. 
Viva Andalucía.




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